Golpearon al joven y le fracturaron el rostro. Ellos eran siete u ocho. Esto pasó el fin de semana en la zona de clubes nocturnos de Angelópolis en Puebla, una de las áreas residenciales más exclusivas del país.
No estoy aquí para darte las noticias. Independientemente del rechazo y disgusto que una nota así nos genera a ti y a mí, lo que quiero hacer es platicar contigo sobre un concepto peligroso conectado con esta situación. Se llama "group thinking", pensamiento grupal. Este es uno de los fenómenos psicológicos que más experimentamos a diario y que deberíamos estudiar a profundidad para evitar que nos arrastre a situaciones que no nos convienen.
Un ejemplo suave del group thinking es cuando por su culpa abucheamos y gritamos sandeces en un espectáculo donde nuestra versión normal, independiente, ecuánime, no se comportaría así. Lo de la golpiza al chico que te platiqué es el otro extremo de esta dinámica mental.
¿Ya te he dicho que detesto con todo mi corazón hacer filas pacientemente de todo tipo? Son de las cosas que más considero una señal altamente correlacionada con la pobreza. Sin embargo, soy una persona normal y en ocasiones —por mucho que lo intento— quedo atrapado en algunas de ellas. Hace unos años, entré a un centro de atención de Telcel en la mejor plaza comercial de la ciudad, me dieron mi número de servicio y me formé como niño bueno y obediente. Había dos cajeros y un tipo con facha de gerente con síndrome de esos que creen que son dueños de la empresa. La fila no avanzaba, pero el gerente platicaba a gusto con una de las cajeras y el otro cajero, supongo, estaba haciendo algo extremadamente mucho más importante que atendernos a las cinco o seis clientes frente a él. En circunstancias así, el group thinking te invita a tener miedo de levantar la voz y en su lugar comienzas a justificar el mal trabajo de estas personas con razonamientos pobres estilo "ahorita ya me van a atender", "han de estar muy ocupados" y demás.
He estudiado tanto la pobreza y la riqueza. Probablemente son los temas que mejor domino a nivel profesional. Y te puedo decir con toda seguridad que la característica número uno que distingue a alguien que consigue lo que quiere vs alguien que se mantiene estancado es que el primero exige, se queja, levanta la voz, demanda atención, empuja las cosas, mientras que el segundo tipo de persona se agacha, todo le da pena, espera y se encomienda a que Dios en su Santa Gloria resuelva mágicamente las cosas.
Yo soy un tipo agachón, lleno de penas, traumas y demás. Esa es mi naturaleza verdadera. Sin embargo, como no me interesa permanecer en niveles socioeconómicos bajos, me he entrenado en no dejar que mi naturaleza dicte mi vida, así que actúo en contra de mi biología y me quejo, exijo, demando, empujo y trato de conseguir lo que me corresponde. Te digo todo esto por si necesitas activar esta parte en ti. Te aviso que es requisito para construir riqueza transgeneracional.
Rompí el orden de la tonta fila en ese lugar, me acerqué al gerente y la cajera que conversaban con risitas y les pregunté con amabilidad pero bastante firmeza si había algún problema para atendernos. Quisiera decirte que reaccionaron en modo elevado, dándose cuenta de su poco profesionalismo y tratando de componer la situación con un "una disculpa señor, en este momento los atendemos rápido, ¿gusta un vaso de agua?". En su lugar me enviaron todas las señales verbales y corporales de que mi comportamiento de cliente exigente y quejumbroso no era bien recibido en ese momento de su coqueteo matutino.
No soy inmune al group thinking, nadie lo es, pero intento ser consciente sobre cuándo me está fastidiando la vida y trato de virar hacia el camino que me conviene.
Cuando tienes diecisiete años, son las cuatro de la madrugada, tomaste algunas copas y cervezas y uno de tus amigos, el más frustrado con la vida y por lo tanto el más violento, genera pleito contra un extraño, tus posibilidades de aplicar una altura emocional, inteligencia social y decirle a tu grupito de amigos que no está bien eso de atacar a un chico y su amiga son nulas.
Muchos piensan que estar borracho es andar mareado, arrastrar la lengua claramente y vomitar. Eso es el extremo de andar borracho. Desde la primera copa estás alcoholizado. Desde la primera cerveza también. Uno no lo nota porque generalmente bebemos todo esto en grupo, así que el ritmo que los demás llevan nos pone en la misma sintonía.
No te digo esto desde una perspectiva puritana de ultra-católico abstemio. La realidad es que tomo tal vez una o dos cervezas al mes y una o dos copas al trimestre. No es lo mío hoy, pero sí lo fue —y bastante— durante muchos años. Sé de lo que hablo.
Combina chicos frustrados con alcohol y atrapados en el group thinking en una madrugada donde un pobre diablo tuvo la mala fortuna de toparse con ellos. El horrible resultado era casi inevitable.
¿Cómo combatir el group thinking?
Primero, entendiendo que todo esto existe. Siendo consciente de que te afecta, aunque tú creas que eres como Buda y que fluyes encima de todos los demás que tenemos problemas psicológicos.
Lo demás es identificarlo en acción. Esto es "fácil": cada vez que estás con dos personas o más, ahí está el group thinking: es esa lentitud que ocurre para ponerse de acuerdo cuál película ver cuando ya estás afuera del cine y nadie quiere imponerse y todos proponen con timidez y demás. El group thinking se disfraza de "ser agradable", "no hacer sentir mal a los demás", "esperar", "ver qué deciden" y así.
Si te quieres entrenar en combatir la inercia del group thinking, sé el tipo que propone, ejecuta y empuja a los demás hacia aquello que les conviene. Esto te da músculo para que el día de mañana tengas alguna mejor posibilidad de decirle a tus amigos que están borrachos y que están agrediendo tontamente a alguien y que eso está mal.
Sé un rebelde en las cosas que importan.
Sé un inconforme con las situaciones sociales tontas que no tienen sentido para tus objetivos.
Si te gustan los drinks y las cervezas, solo un día, en serio, solo una ocasión, haz el experimento de no tomar nada con tus amigos de siempre y ve lo tontos que se ven y hablan conforme el alcohol fluye. Exactamente así te ves tú. No lo notas porque siempre estás atrapado con ellos ahí, pero esto te dará claridad.
Cuando comencé a correr, no quería perder la amistad con mis amigos con los que salía cada fin de semana a emborracharme, pero mi cuerpo me decía que ya no quería alcohol, así que comencé a reunirme con ellos pero rechazando las botellas y los cigarros porque quería mantener mi ritmo de entrenamiento a la mañana siguiente. La primera vez que hice esto, noté que un amigo al que admirábamos porque "nunca se le subía" hablaba con incoherencias y arrastraba la lengua. Jamás lo había visto así. Me tomó un par de salidas más en este estilo hasta que entendí que esto no era una situación especial con él sino lo de siempre, solo que yo y los demás creíamos que "no se le subía" porque la línea de nuestro nivel de alcohol subía también al mismo tiempo con él y lo veíamos "normal" cuando en realidad no era así. Al poco tiempo, mi nueva versión se volvió incompatible con aquel grupo. Esa fue de las primeras excursiones intelectuales que me hicieron notar el poder del grupo para moldear nuestro pensamiento y comportamiento y lo difícil que es salir de ahí.
Comienza ya a identificar el group thinking a tu alrededor. Combátelo si te está llevando a tonterías. Habla de esto con tus hijos adolescentes. Dales ejemplos. Muéstrales el video. Pregúntales por qué crees que ocurrió eso. Deja que te expliquen. Los papás de esos chicos agresores seguro jamás pensaron que sus crías se podrían comportar así, y están en lo cierto, a nivel individual seguramente no, pero uno no es uno cuando estamos con los demás.
Tú y yo no somos tú y yo cuando estamos con los demás.
Tenemos que pelear —en el buen sentido— para serlo.
Dedicado al joven afectado de la historia. Que te mejores. Y cuenta conmigo para coaching y demás.
—A.