Prompt: Aarón Benítez | Diseño: DALL·E

Ya viste el escándalo que ocurrió cuando Uber apareció en escena: taxistas en todo el mundo iniciaron una revolución, gobiernos inventaron regulaciones y bueno, el mundo fue un caos todo para que ahora tú y yo podamos tener en nuestras manos una forma práctica de solicitar transportación.

En las ciudades donde lo hay, yo uso Uber sin dudarlo un instante: es parte del sistema operativo con el que ejecuto en mi vida. Los taxis existen y seguirán existiendo, pero a mí me encanta la alternativa que automatiza todo lo que es importante para mí: tiempos, facturación, reseñas del conductor, etcétera.

Esto no es un comercial patrocinado por Uber.

Esto es para decirte que lo que viene en términos de inteligencia artificial, será como la saga de Uber pero multiplicada por cientos de veces más escándalo y dolor.

Verás, Uber únicamente sustituyó al taxista, ahora estamos por hacer a un lado médicos, abogados, ingenieros, contadores e influencers. Abandona este artículo por un momento y calcula el nivel de ruido que todos estos sectores van a hacer conforme vayan siendo barridos.

Todo comenzará como siempre ocurre: con bastante incredulidad.

El especialista que ha pasado años aprendiendo sobre medicina, dirá que no es posible que la inteligencia artificial pueda diagnosticar u operar mejor que él.

En todos los campos, llevamos décadas diciendo “la inteligencia artificial no puede hacer esto” y al poco tiempo lo hace. En todos.

Hace unos días apareció una especie de picor raro en mi cuello. Decidí ir al dermatólogo para una consulta al respecto. Mi esposa me dijo que primero deberíamos revisarlo con Google Lens. La plataforma nos dio un diagnóstico informal inmediatamente. Un poco de investigación más y fui a comprar una crema a la farmacia. Al día siguiente ya no tenía nada.

Ya sé. Muchos de ustedes, queridos puristas, van a pegar el grito en el cielo de lo irresponsable que soy al automedicarme, que si parece que soy un niño chiquito que no sabe lo que hace porque para eso existen los profesionales que se preparan por tanto tiempo y que no es posible que ponga mi salud en manos de un algoritmo y whatever.

Hey, al menos soy honesto y te lo estoy platicando. Cada vez más y más personas hacen esto de buscar sus síntomas en línea. A cada segundo. En todo el mundo. Sobre todo tipo de malestares. Por eso Google puede saber antes que ninguna otra organización pública o privada en todo el planeta dónde va a iniciar una pandemia.

Hijo, esta tendencia no va a parar. Al contrario, se va a magnificar. Agrégale que ahora no vas a tener que describir de forma críptica las palabras claves de tu dolencia sino que simplemente las vas a dictar como si se las estuvieras platicando a un amigo mientras le muestras la imagen en tiempo real y la compara contra millones de resultados similares acumulados a lo largo de décadas.

A ningún profesional —ingeniero, contador, diseñador— que ha pasado años estudiando y dominando su arte le va a hacer gracia esto que voy a decir: las horas de estudio y trabajo que has invertido para alcanzar el nivel en el que estás no van a importar mucho en el futuro. Esto es como la gente de hoy que vive con mentalidad de la vieja guardia y quieren que les den trabajo solo porque tienen un pedazo de papel emitido por una institución. Es irrelevante.

Hoy las empresas de vanguardia te contratan por lo que puedes hacer.

En el futuro te contratarán por lo que puedes ayudar a la inteligencia artificial a hacer.

Como te decía: la mayoría de la gente que lee esto lo rechazará con incredulidad porque básicamente lo que estoy explicando es que el mundo tal cual lo conocen desaparecerá de la noche a la mañana y tendrán que adaptarse a una nueva modalidad del sistema del mundo.

Mira, si en el año dos mil alguien te hubiese preguntado si estabas dispuesto a cargar con un aparato que iba a saber absolutamente todo de ti y se lo iba a compartir de manera constante a empresas que desconoces, habrías jurado que tú nunca serías tan tonto para eso, que tu privacidad es lo más importante y que no necesitas nada de esas cosas, pero en este momento estás cargando uno que sabe tus hábitos oscuros, tu ubicación con precisión, tu obsesión con esas personas que sigues en internet, lo que quisieras comprar pero no puedes, el dinero que recibes, etcétera. Y lo más gracioso es que lo llevas a todos lado con alegría incluso cuando sabes que envía tus datos para ser vendidos a quienes colocan publicidad en el contenido que consumes. Nada de esto te importa ni molesta.

Así será cuando lo más natural sea tener un chequeo médico completo y perfecto a diario con notificaciones sobre la alimentación y ejercicio que nos conviene para lograr ciertos objetivos.

Así somos las personas, primero nos negamos a lo que consideramos ridículo o inaudito y poco después lo vemos natural. Siempre, siempre, siempre puedes apostar a que este comportamiento sucederá.

Habrán marchas de ingenieros exigiendo al gobierno que impida a las empresas que los despidan porque ahora una inteligencia artificial ejecuta mucho mejor y más rápido lo que ellos hacen sin necesidad de descanso, errores, dramas ni aumentos de impuesto.

Sustituye “ingenieros” por “contadores” en el párrafo anterior y verás lo mismo.

Maestros. Administradores. Etcétera.

Cuando hablo de estas cosas, muchos entran en modo básico-romántico y nostálgico-con-poco-entendimiento y hablan de lo hermoso que es ser humano y que ningún aparato o sistema van a tener sentimientos que nos hagan conectar igual y bla bla bla.

Querido saltamontes, llevas décadas esforzándote en convertirte en un ser cibernético. Tú no lo ves así porque te lo venden amablemente y jamás te explican que al final del día, ese es el objetivo: llegar al transhumanismo. Pero esa es la razón por la cual cargas con gusto el Apple Watch, creas sin presión un perfil con información personal íntima en TikTok y revelas tu psique de forma poderosa con audio y texto de conversación que envías por WhatsApp.

El problema es que de manera inocente crees que eres un ser humano puro y no robótico porque estas cosas que te estoy platicando están fuera de tu cuerpo, pero hacia allá dentro vamos. Espera unos años y lo normal será traer un chip inserto en la cabeza para acceder al metaverso. Y aunque te rías y digas en este momento que tú jamás harás eso, apuesto lo que quieras que cuando todo mundo cargue esta solución en su cerebro y sea una operación rutinaria normal, los imitarás y olvidarás que alguna vez estuviste totalmente en contra de la idea. No traer un chip en la cabeza en las próximas décadas será como hoy no tener un smartphone: posible, sí, pero incómodo, raro, exótico, impráctico.

Después de la temporada de caos donde el mercado encuentre un equilibrio entre los profesionales sustituidos por la inteligencia artificial y las empresas que prefieren usar estos nuevos sistemas, llegaremos a nuevos modelos de comportamiento, justamente como hoy existen los taxis y Uber y cada uno atiende a diversos sectores.

La actual guerra de la inteligencia artificial que las megacorporaciones globales están peleando indica que oficialmente se ha acabado el salvaje oeste de la web, una aventura que inició a principios de los noventas y culmina en el año dos mil veintitrés.

En el salvaje oeste de la web, estos artículos, videos y podcasts producidos totalmente por humanos abundan y permiten un flujo de ideas entre individuos de nuestra especie. La inteligencia artificial desbaratará este ecosistema y lo bombardeará con una cantidad impensable de notas que convertirá en mínima su relevancia, justo como la arena es una commodity por la cual nadie se vuelve loco. Hay tanta que —y nuevamente la palabrita— es irrelevante.

¿Cómo prepararnos para lidiar con estos cambios inminentes en los próximos años que la inteligencia artificial traerá?

Sé más creativo intentando más cosas raras, mezclando áreas que a pocos se le ocurre conectar.

Asiste a eventos presenciales donde hables con gente de diversas industrias.

Deja de amar la especialización. Hay un tipo visionario que admiro bastante llamado Kevin Kelly. Una de sus frases es que la especialización es para robots y sí, estoy totalmente de acuerdo. No importa qué tanto te conviertas en el mejor en tu área, siempre habrá una inteligencia artificial que podrá hacerlo mejor que tú.

Lee de todo: poesía contemporánea, tratados de paz de la era comunista, manifiestos, proyecciones corporativos para las siguientes décadas, etcétera. Deja que el contenido que albergas en tu mente sea tan diverso que puedas moverte en un amplio rango de funciones sin reproches emocionales.

Abandona todos los modelos de pensamiento tradicionales que te sean posibles. No defiendas lo de antaño porque gastarás tus recursos sin sentido. Aprende a experimentar con estas cosas.

Sé un buen inversionista que sabe apostar por quienes están construyendo el futuro y dales tiempo y los recursos que puedas para que lo hagan.

Únete a tendencias y movimientos emergentes en lo social, tecnológico, político y cultural no para ser el fan número uno de la idea sino para entender cómo piensan, ver qué hay ahí y saber distinguir entre la basura y lo capitalizable.

Adquiere capital cultural extremo. De esto voy a hablar en mi siguiente artículo, así que mantente atento.

Paga por acceder a contenido curado y comunidades exclusivas. Esto te dará ventaja sobre aquellos que quieren todo gratis en su pantallita.

Sé el tipo que optimiza con Uber y no aquel que sigue anclado a la mentalidad de la vieja guardia usando taxis porque se repite todos los días que “eso de la tecnología” no es para él.

Este artículo ha sido escrito totalmente por mí, corregido y editado con ayuda de inteligencia artificial.

Sin miedo. Sin pena.

Cero dramas.

Ecuanimidad. Enfoque.

La gloria está en el largo plazo.

Disciplina emocional.

Dureza mental.

Sé audaz. Y selo ahora.

—A.