Primera burbuja: Wearables
Hace unos días, rodeado de founders en un bar, trabé conversación con uno que usó la palabra «wearables». Me gustan los nerds, así que hablamos con interés del estado del arte en esta área.
He perdido millones y ganado oportunidades al vivir en burbujas tecnológicas.
Soy miembro del IEEE desde 1999, así que desde entonces recibo religiosamente mi copia de Spectrum, su revista estandarte, publicación a la par de Wired y MIT Tech Review. Recomendada.
En Spectrum leí uno de los primeros artículos que me cambiaron la vida. El artículo en cuestión lo encuentras aquí.
En él aparecen dos cosas importantes: la palabra «wearables» por primera vez en una publicación de este nivel y el nombre del Dr. Thad Starner. Ahí leí con fascinación todo esto de la miniaturización de sensores y las posibilidades de acceder a información con lentes y así. La cabeza me explotó igual que en 1992 cuando descubrí por primera vez los conceptos «realidad virtual» e «internet» en la revista Muy Interesante.
Enseguida escribí un e-mail a Thad Starner y lo invité a darnos una conferencia en la universidad al año siguiente. Solicité que nos hablara de su concepto de «wearable computing». Accedió y yo brinqué de alegría.
El Dr. Starner vino al evento al cual también invitamos a otras personas interesantes como el Dr. Peter Fromherz de Alemania que trabajaba en computación biológica, haciendo circuitos con dendritas. El asunto era toda una delicia nerd. Thad trajo su guante digital con el cual transmitía los comandos para interactuar con una pequeña pantalla instalada en sus lentes. Era un prototipo funcional, la iteración más reciente de las muchas que había comenzado a producir desde 1996 aproximadamente. Jamás se quitaba el hardware. Interactúe con él por primera vez en el lobby del hotel donde lo hospedamos. Fue una mezcla de plática social normal combinada con su destreza para escribir rápidamente con su guante mientras te vía a través de sus lentes con un micro-monitor. Literalmente estaba platicando con el futuro.
Las intérpretes que contratamos para las conferencias en inglés llegaron a la inteligente idea de traducir su concepto de «wearable computing» como «computación vestible», lo cual me pareció genial, aunque jamás he vuelto a escuchar este término fuera de nuestro evento.
Bien. Hasta aquí una de mis primeras interacciones con una potencial tecnología fantástica. Ahora te voy a explicar cómo perdí por no saber jugar el juego.
Cuando encuentres gente rara haciendo cosas interesantes, apuesta por ellos. Ve más allá de su personalidad o de la opinión que otros tengan de ellos. Enfócate en lo que son capaces de producir y demostrar en lugar de si los entiendes o te caen bien.
Cuando encuentres gente rara haciendo cosas interesantes, apuesta por ellos. Ve más allá de su personalidad o de la opinión que otros tengan de ellos. Enfócate en lo que son capaces de producir y demostrar en lugar de si los entiendes o te caen bien.
Como yo no sabía jugar el juego, vi todo el asunto de wearable computing como algo maravilloso, pero mi mentalidad tonta era «eso se hace en Estados Unidos, no en México», «eso está bien, pero aquí la realidad es otra», «eso es muy avanzado, yo no puedo entrar en ese mundo».
Resulta que los dueños de Google conocen a Starner años después que yo. Les fascina su idea. Le dan dinero, oficinas, staff y le dicen que por favor invente esa parte del futuro para ellos.
Esto es lo que tú y yo conocemos poco más de una década adelante como Google Glass.
De haber sabido jugar el juego de angel investment, VC y startups, habría conseguido la manera de meterme al mundo de los wearables a través de Thad Starner.
Aquí —los nerds que andan en esta burbuja— me van a decir que Google Glass fue un fracaso y bla bla bla. Sí, pero no. Google Glass fue la primera versión pública y fuerte de algo que será natural para mí y para ti en los siguientes años, donde traeremos estos dispositivos primero colgando en nuestra cabeza y poco después dentro de ella. Todo apunta hacia allá sin duda alguna. Sin-duda-alguna.
Bien. Entonces, la primera vez que perdí la oportunidad de insertarme ganadoramente en una burbuja de tecnología fue esa, conociendo al padre de una nueva tendencia cuando nadie le ponía mucha atención (este es siempre el mejor instante para invertir en alguien).
Thad Starner comenzó en 1994 a construir prototipos de lentes que transmiten información al usuario mientras tiene una interacción social, lo que hoy llamamos Mixed Reality (MR). Esto ya se usa en algunas soluciones industriales pero no ha conquistado el mercado de consumo. Estamos en 2022, es decir, veintiséis años después, esta idea de lentes-wearable todavía no despega como se supone que debería. Ocurrirá ˝pronto» por la convergencia con otras tecnologías que hará el asunto más lógico y digerible para las masas.
Mira, otro ejemplo: la realidad virtual está en desarrollo desde los ochentas, es decir, ha tardado muchísimo más que la idea de Thad Starner y todavía no es mainstream. ¿Cuánta gente a tu alrededor la usa a diario?
Segunda burbuja: Startup en la web 1.0
La segunda burbuja en la que perdí millones fue en la creación de una startup a finales de los noventas.
Me convertí en webmaster en 1996. Este era un término que hoy ha caído en desuso, pero en aquel entonces significaba diseñador/desarrollador web. Tenía algunos clientes corporativos y un conocimiento bárbaro para la época sobre cómo crear portales de internet.
En 1998, lancé un portal llamado «electrónica-itv» para servir a mis compañeros de la universidad con recursos, foros y correo electrónico basado en web. Fue un éxito que me dio la oportunidad de pertenecer al equipo que organizó el tipo de eventos con el que trajimos a Thad.
Las palabras «emprendedor» y «startup» jamás cruzaron por mi radar en aquellos años, no eran comunes en mi pequeña ciudad ni en mi círculo limitado. Comencé a escucharlas por el 2006. Nunca consideré lanzar un negocio de internet en aquel instante perfecto de la web 1.0.
Me gusta pensar que si en el año noventa y nueve hubiese leído Cryptonomicon [ español | inglés ], ello me habría empujado a abandonar la universidad para fundar alguna empresa de internet en mis tempranos veintes. Esta idea suena normal hoy, pero era inaudita para un chico como yo, sin ejemplos de ese otro mundo posible.
Bien. Vamos haciendo una especie de resumen: no me inserté en el mundo de los wearables en un momento ideal por falta de conocimiento al igual que tampoco lancé una startup web 1.0 porque no conocía el juego.
Luego viene la «criptorevolución».
Tercera burbuja: Cripto
La criptorevolución es esa idea romántica que muchos tienen donde las monedas digitales van a hacernos libres, todo va a ser mejor, más seguro y la utopía prometida por los bits nos dará la felicidad absoluta. O algo así.
Jugué mucho tiempo con Linux al poco rato de que Linus lo inventó. Y junto con muchos otros entusiastas de sus diversas distros y así, pensé que el mundo abrazaría fácilmente este sistema operativo que era claramente superior a Windows y demás. ¿Cuánta gente normal conoces que utilice a diario Linux como su sistema operativo predeterminado hoy en día? Personas normales, no tus amigos metidos en alta tecnología. ¿Ya notaste que casi nadie usa la palabra y mucho menos el sistema directamente?
Tú y yo y prácticamente todo el mundo somos usuarios indirectos de Linux a cada segundo en que andamos aquí en internet usando plataformas que corren en servidores que funcionan con este sistema —la absoluta mayoría. Ahora te explico qué tiene que ver esto con cripto.
El error que muchos cometimos con Linux fue pensar en términos técnicos y hacer comparaciones simplonas de precio, rapidez y cosas así para convencernos que el mercado funcionaría de manera lógica y lo aceptaría sin problemas dejando al omnipotente Windows fuera del juego. Windows hoy sigue vigente. Y Linux también, aunque financieramente en un muy distante segundo plano. Los entusiastas de Blockchain cometen el mismo error: creer que es inminente la victoria de esta tecnología, que «todo mundo» verá su superioridad y abandonará el dinero fiat.
Blockchain es genial, pero pedirle a alguien fuera del mundo tech que tengan una «cold wallet», que paguen «gas», que administren su lista de «tokens», que compren el «dip», es como aventarle a la cara un grueso manual de usuario de Unix a alguien sin conocimientos de informática: insultante, intimidante e indescifrable.
Blockchain es genial, pero pedirle a alguien fuera del mundo tech que tengan una «cold wallet», que paguen «gas», que administren su lista de «tokens», que compren el «dip», es como aventarle a la cara un grueso manual de usuario de Unix a alguien sin conocimientos de informática: insultante, intimidante e indescifrable.
Muchas cosas van a mejorar con las criptomonedas, pero no será el paraíso que piensas ni la solución a todos los problemas del mundo. Es todavía DEMASIADO temprano en su desarrollo y tomará décadas aprovecharlas en todo su potencial. Y cuando esto ocurra, lucirá normal.
Nuestros abuelos usan Linux pero no lo llaman así. Abren WhatsApp y envían fotos, audios, texto y pronto dinero sin saber que se conectan a sesiones encriptadas a servidores Linux remotos. Cuando Blockchain gane, nadie hablará de él porque estará funcionando de forma oculta.
Todo esto para decirte que me topé con Bitcoin por ahí del 2013 y me encantó. No me metí a fondo al asunto porque cometí el error de escuchar a una señora cero-tecnología hablar del asunto en 2017 y asumí que la oportunidad había pasado dado que ahora literalmente cualquiera estaba hablando del tema. Y bueno, el FOMO pega con más fuerza siempre a los tech nerds, porque nuestro ego nos empuja a demostrar a los demás que somos «inteligentes», «visionarios» y estamos al día con las tendencias. Por aproximadamente dos segundos sentí que debía meterme a ICOs, NFTs, DAOs y demás. Al final, no hice nada y podrías agregar esto a mi lista de oportunidades exponenciales que dejé ir en su etapa temprana.
La «victoria».
Pero aquí viene la «victoria».
En 2015, unos socios y yo lanzamos VERSE Technology. La idea era vender tarjetas de desarrollo para proyectos IoT. Vendimos poco más de cien alrededor del mundo. Fueron muy bien recibidas hasta por nuestra competencia.

«Perdí» el tren de los wearables, la web 1.0 y cripto, así que juré no perderme el del IoT. Para el año en que comenzamos con esta startup, mis socios y yo llevábamos tiempo escuchando el término y llegamos a la conclusión de que era inminente la explo$ión de oportunidade$.
Bien. Recuerda que estoy intentando explicarte cómo entender las verdaderas oportunidades de tecnología. Esto implica mezclar temas de startups, VCs, tendencias, inversiones y así. Todos estos puntos pueden parecer random pero están conectados.
El IoT —para los que no saben— es una capa del internet que se encarga de hacer que las cosas hablen entre ellas. Que tu refrigerador pueda reportar temperatura y consumo de energía a tu smartphone, por ejemplo. El IoT genera muchísimos más datos que nosotros los humanos.

Cuando respires, come y creas tecnología todo el tiempo, vives en una burbuja, en una caja de resonancia donde ves inminente que ciertos términos se vuelvan parte del firmamento de la humanidad. Esto ha pasado con realidad virtual, los Google Glass, cripto, Linux y así. Yo vivo en esa caja de resonancia y en su momento, hace algunos años, pensé que la revolución IoT estaba a la vuelta de la esquina y que era un momento perfecto para capitalizar en ello, que era lógico y que no me iba a quedar atrás.
Aquí viene la lección: el mundo es LENTO. Lento, lento, lento. Lo que ves en periódicos, portales, revistas, documentales, donde celebran a emprendedores por su éxito y visión, si analizas, son cosas que realmente empezaron de una forma u otra AL MENOS hace diez años.
Aquí viene la lección: el mundo es lento. Lento, lento, lento. Lo que ves en periódicos, portales, revistas, documentales, donde celebran a emprendedores por su éxito y visión, si analizas, son cosas que realmente empezaron de una forma u otra al menos hace diez años.
Muchas de las empresas o tecnologías que celebramos hoy como tendencias o moda no generan ganancias todavía (Uber, por ejemplo) y no aportan soluciones prácticas en el mundo real (Blockchain). Tienen gran potencial de éxito, pero no han llegado ahí.
Entonces, cuando volteo a ver qué ha pasado con nuestra startup de IoT — VERSE Technology — y me pregunto porque no soy un «billionaire» todavía, recuerdo los lentes wearable de Thad Starner, que 26 años después todavía no son de consumo masivo pero lo serán. En el gran esquema de las cosas, VERSE Technology lleva pocos años realmente. Hemos cometido tremendos errores y ejecutado decisiones excelentes. La más importante —creo— es haber hecho un giro de B2C a B2B cuando vimos la lentitud de crecer vendiendo dispositivos uno por uno.
B2C es cuando tu empresa vende directamente al cliente. Esto hace Apple. Compras sus productos como individuo. B2B es una empresa vendiendo a otra. Esto lo hacen empresas como IBM, por ejemplo. Y hay algunas que pueden mezclar ambos mundos con éxito, como Microsoft.
En VERSE Technology nos enfocamos en vender a clientes grandes que aunque toman más tiempo cerrar un trato cuando lo conseguimos, hablamos de un volumen que nos permite crecer. Esto ha sido doloroso como no tienes idea porque era una mentalidad y procesos que desconocíamos.
El IoT residencial —tu refrigerador hablando con tu smartphone— todavía no despega. Va a tardar mucho todavía. No pienses que porque vives en un buen vecindario y te rodean algunos aparatos conectados a internet esto ya es masivo. Lo repito: falta mucho. Y para llegar ahí, al punto donde el mercado B2C ya esté consumiendo masivamente IoT, bueno, necesitas mucho capital que sostenga tu operación durante largos periodos. Lo cual no teníamos ni tenemos y por eso hicimos un giro hacia donde ya el dinero comienza a circular, B2B.
Esta es la oportunidad exponencial de tecnología a la que he logrado subirme, no sé todavía si con éxito, pero sobre la que espero poder contar algo positivo en los próximos años. Tener éxito con una startup de hardware es extremedamente duro, me dicen por todos lados, pero a Marisol Capetillo y a mí nos gustan estas cosas, este tipo de retos. IoT residencial todavía no despega, ese es el resumen de esta parte. El IoT industrial es donde el capital y las posibilidades están creciendo a diario. Es el mismo giro que Magic Leap hizo.

Los emprendedores nos entusiasmamos por nuestras cajas de resonancia que nos dicen que nuestra visión es correcta y las voces que escuchamos y las redes que consumismos nos hacen pensar que «todo mundo» ya se va a meter a tal tendencia cuando en realidad —recuerda— el mundo es LENTO.
Aprovecha oportunidades subiéndote a ellas en el instante adecuado y entendiendo que van a tomar probablemente más de una década en ser todo lo genial que prometen. Así funciona el asunto. Ya lo he visto de cerca en varias ocasiones. Sé de lo que te hablo. Relájate pensando que vas tarde al juego de cripto, por ejemplo. Todavía estás a tiempo, pero falta muchísimo para que tenga sentido. No compres todo el ruido de la burbuja a la que te has metido. Sé pragmático. Analiza bien. Entiende cómo funcionan realmente las cosas.
Ecuanimidad. Enfoque. Largo plazo.
Sé audaz. Y selo ahora.
—A.