Cuando —digamos— en BMW quieren comenzar a fabricar vehículos eléctricos geniales, lo que hacen es comprar algunos Tesla, desarmarlos y estudiar el sistema y sus partes. Esta es una práctica común en la industria automotriz. Se llama «ingeniería inversa».

(Tampoco es como que hay mucho que desarmar en un Tesla. Como la computadora móvil que es, tiene más componentes microelectrónicos que mecánicos, pero es un ejemplo).

Ahora bien, toda compañía interesada en subir de nivel —esto es lo que tú y yo conocemos como «innovar»— ejecuta ingeniería inversa constantemente dado que es la manera más eficiente de aprender aceleradamente. Esto no significa que no cometerán errores al copiar, simplemente ya tienen una guía clara y rápida en lugar de tener que comenzar desde cero.

Tal vez tú y yo no vamos a desarmar un Tesla para manufacturar nuestra marca de autos basados en su tecnología, pero sí podemos hacer ingeniería inversa de aquellas personas que están en niveles que admiramos. Considera esto el hack más poderoso hoy a tu alcance.

Deconstrúyelos con preguntas en este estilo:

  • ¿Qué (no) hacen en su día?
  • ¿Por qué (no) lo hacen?
  • ¿Con quiénes (no) hablan?
  • ¿De qué (no) hablan?
  • ¿En qué (no) invierten más su tiempo?
  • ¿Qué (no) leen?
  • ¿Qué (no) compran?
  • ¿Cómo (no) se comportan online/offline?

Tener las respuestas a estas preguntas no te va a convertir automáticamente en esa persona, justo como BMW no es Tesla, pero al menos tendrás una idea más sólida hacia dónde moverte en tu ejecución y mentalidad diaria.

Hace años fui a un evento de marketing por el que pagué bastante dinero. Subí a un avión, me hospedé en un hotel, llegué a la sede y salí decepcionado. Todo lo que nos presentaron ya lo sabía y la forma en que respondían las dudas, yo las explicaba mucho mejor en mi mente.

Duré varios días ligeramente molesto porque no obtuve nada de ese evento al que había asistido con bastantes expectativas para impulsar mi negocio. De repente, en una pausa de mi tonta pelea interna, un rayo de inteligencia me iluminó: «Si ya sabía muy bien todo lo que explicaron y sabía que podía presentarlo mucho mejor, esto significa que yo era un experto en el tema y que podía organizar mis propios eventos», pensé. Gracias a aquella «mala» experiencia me lancé a organizar con éxito eventos de todo tipo en muchas ciudades desde entonces.

En este pequeño relato, la ingeniería inversa aparece disfrazada como queja. Cuando entendí cómo podía beneficiarme de aquel «fracaso», convertí mi malestar en análisis. Copié su método de ventas, el formato del evento, el precio y muchas otras cosas. Con los años fue eliminando y agregando cosas hasta tener mi estilo bien desarrollado.

Desde entonces tengo esta actitud en muchos otros aspectos: veo a un señor de edad avanzada en buena condición física paseando contento en la playa y luego comparo el asunto con gente a mi alrededor de esa edad que no anda igual y analizo qué tengo que hacer para llegar al resultado que sí me gusta.

Hubo una etapa donde vivía frustrado y enojado con la vida. Los ricos eran malos. Todo el mundo era tonto menos yo. Yo estaba mal por culpa del sistema que me tenía así, porque mi inteligencia estaba más que comprobada. Me repetía a diario tonterías en ese estilo.

Hoy creo que si digo ser inteligente, eso se debe notar en lo que la vida me ofrece, no en mis calificaciones ni en lo que mi ego me grite. Hoy distingo cuando mi enojo justificado ante alguien es realmente celos y envidia porque yo no he podido llegar a ese nivel. No digo que no todos los ricos sean buenos ni que el sistema ayude por igual a todos, pero esas son cosas que no puedo cambiar. Lo que sí está en mi dominio, bueno, en eso me tengo que enfocar.

Cuando detecto gente cuyos resultados de vida offline/online me gustan, los admiro sólo por dos segundos para no quedarme atorado en ese estado. Enseguida los estudio con precisión para hacerles ingeniería inversa que me dé información útil. A esto lo llamo «copiar descaradamente».

Gracias a copiar descaradamente he aprendido a comportarme mejor en todo tipo de eventos. Así también he aprendido a moverme en diferentes situaciones difíciles personales, profesionales y empresariales. Así he insertado en mi rutina actividades ganadoras como leer, viajar, hacer ejercicio y otras más.

Para hacer ingeniería inversa de las personas que están en niveles que me convienen —copiar descaradamente a aquellos que me generan sentimientos de envidia— necesito siempre atenuar mi ego que avienta mil y un excusas de por qué yo estoy bien y ellos no. Si no lo domino, no me deja avanzar.

Listo, espero esto te sirva y lo apliques en tu vida. Ya sabes: haz ingeniería inversa de todo lo que te vuelve la cabeza y ejecuta los pasos que descubras. Cometerás errores, pero así es como convertirás todo esto en tu propio camino.

Ecuanimidad. Enfoque. Largo plazo.

Sé audaz. Y selo ahora.

—A.