Lo que a ti y a mí nos venden aquí en internet a diario son historias excepcionales en un extremo u otro.

Lo excepcional no es algo bueno por sí mismo, solo está fuera del promedio. Ilustraré esto con ejemplos de negocios y otros un poco más drásticos.

Una de las lecciones más populares en negocios es hablar de los errores de Kodak y Blockbuster. Los directivos de ambas empresas lucen como tontos porque no fueron capaces de entender hacia dónde iba la tecnología y merecidamente perdieron en el mercado. Tal es la narrativa. El detalle está en que esos dos ejemplos son extremos. Prácticamente todas las empresas exitosas de la vieja guardia —que existen desde los setentas u ochentas, digamos— se han adaptado de una forma u otra a la modernidad y siguen como jugadores relevantes. Historia aburrida.

Nadie hace clic en el título de un video en YouTube que diga «Esta empresa no ha desaparecido después de cincuenta años en el mercado». Nos entusiasma los dramas estilo «Apple destruyó totalmente a Nokia», por lo tanto esto es lo que nos ponen de platillo constante y principal.

Aquí te explico a detalle por qué no debes pensar que la combinación del metaverso con impresoras 3D y comida de laboratorio destruirán tu puesto favorito de tacos de la esquina en las próximas décadas.

Imagina que el encabezado del periódico fuera «Una familia pintó toda su casa ayer: pasaron un buen rato y mantuvieron su presupuesto». Aburrido. Vende más mostrarte el asesinato que ocurrió en una fiesta porque uno de los participantes estaba borracho y celoso.

Nuestro cerebro es fantástico para llegar a conclusiones simples sin mucho entrenamiento intelectual sofisticado: crímenes en las noticias lo iguala con que todo está mal en el mundo y que estamos cerca del fin. No estoy diciendo que no exista la maldad o la ignoremos sino que le demos el peso adecuado a las cosas, que usemos mejores prismas para evaluar lo más objetivamente todo aquello que sí está ocurriendo.

Lo simple y lineal nos encanta. Suma sin ayuda 6+6+6+6+6+6+6+6+6 y verás que no es problema. Multiplica 6x6x6x6x6x6x6x6x6 y todo cambia. No venimos cableados para lo complejo, así que simplificamos. Llegar al resultado de la suma no es la única posibilidad con el número 6.

Somos adictos a lo simple. Y las narrativas que nos facilitan esto alimentan nuestra adicción. «La tecnología destruye a los negocios anticuados». «Tal político es malo porque no pertenece a mi partido». «Esta guerra es culpa de tal país por estas razones» y así. Simplezas. Aparte, no nos gusta enterarnos que no podemos procesar fácilmente escenarios complejos, así que nos cerramos a explicaciones lógicas donde no hay solución sencilla y establecemos modelos que nos dan seguridad psicológica de que sí podemos comprender la situación.

Todo esto para decirte que la gente que sigues y admiras aquí en internet son situaciones complejas andantes, son excepcionales —y recuerda, esto no significa automáticamente algo positivo. No simplifiques sus logros y errores y creas que así puedes llegar a su buen o mal nivel.

El emprendedor en revistas es un sobreviviente. La publicación tiene que vender el glamour de visionario, innovador y así. Las partes aburridas de e-mails, documentos, lecturas, esperas y pláticas sin resultados no excitan la imaginación de nadie, pero han sido 97% de su trabajo.

Vamos a cambiar los papeles. Supongamos que llevas años compartiendo notas públicamente y yo he leído la mayoría de ellas. ¿Seria correcto asumir que te conozco bien porque te sigo de cerca? ¿Tengo en verdad los detalles que me permitirían obtener bien tus resultados?

Este error lo cometemos con políticos, empresarios y demás personajes de alto perfil. Queremos imitarlos o queremos aborrecerlos, whatever. El punto es que no tenemos acceso a la complejidad que los ha moldeado, por lo tanto no tenemos el panorama completo para un buen análisis. Para mí el principal problema de la humanidad es el «us versus them», una tonta filosofía infantil de «nosotros contra ellos» que impregna a todas las personas en el mundo.

En resumen: lo que lees, escuchas y ves en medios o en reuniones con amigos y familiares no es lo estándar, es lo excepcional. Lo estándar es aburrido y no vende, por lo tanto no se publica ni se transmite con el mismo énfasis que lo que está fuera del promedio.

El estándar de éxito en negocios no es lo que lees en revistas.

Lo que encuentras en estas coordenadas no es la realidad, es solo una parte. Y para esto, minúscula.

De forma práctica, lo que quisiera que te lleves de aquí es esto: cuando te enamoras del éxito de alguien que te venden en medios o redes, lo que ocurre es que lo analizas. Y al hacerlo, caes en la trampa de la simplificación. Y con eso, crees que puedes repetir lo que ha hecho.

Mejor analiza el éxito aburrido —promedio— que no sale tanto en revistas. Esto tendrá complejidad también, pero menos inclinada a aspectos peculiares de los excepcionales.

Termino esto con la conversación que tuve con un amigo hace algunos meses donde me platicaba que estaba iniciando su marca personal en Twitter y que quería ser como @naval, que no sigue a nadie, que escribe muy poco y obtiene un alud de interacciones y followers. Le expliqué que Naval no comenzó a Twitter desde cero como él. Que para cuando Twitter apareció en la humanidad, él ya había tenido éxito en startups e inversiones, que ya era parte de la red del top 1% del mundo. Compartir tus breves notas filosóficas en un plataforma nueva donde te siguen tus amigos super influyentes resulta en éxito asegurado porque el efecto de red resulta exponencial en ese instante. Naval no es lo que es por sus publicaciones: sus publicaciones son lo que son por él.

No te enamores de lo que está fuera del promedio.

Mejor construye tu camino excepcional.

Ecuanimidad. Enfoque. Largo plazo.

Sé audaz. Y selo ahora.

—A.