El auditorio estaba lleno para mi conferencia. De repente, los organizadores anunciaron que otra plática simultánea sobre el sistema XYZ Max Ultra Plus Extra Super 9000 iba a ocurrir en la sala de junto. Más de la mitad de los jóvenes presentes tomaron sus mochilas y salieron. Llevo muchos años hablando en público. He hecho largos viajes para llegar a eventos donde he tenido que dar mi presentación a literalmente solo dos personas. También he tenido que ponerme al frente de todo un estadio con doce mil almas escuchando atentamente mi mensaje motivacional. Quiero simplemente establecer que a estas alturas, mi corazón ya sabe manejar los sube y baja emocionales de estar en el escenario. A veces hay menos personas. A veces hay más. Algunos ponen atención. Otros no.

Sonreí.

Expliqué a los que se quedaron que este tipo de cuestiones ocurren cuando no entendemos bien el juego profesional. Los universitarios en mi audiencia eran principalmente estudiantes de ingeniería y obviamente querían saber más de su campo. Mira, lo que estos chicos no procesan bien es que a diario tienen entrenamiento en temas de circuitos, herramientas, fórmulas y demás cuestiones altamente técnicas. Y está bien. Pero en un evento donde los organizadores traen gente que puede aportarles notas de diferentes áreas, bueno, ahí es donde deben insertarse, porque estas son las cosas que los van a hacer destacar.

Entiende bien —querido lector— lo que estoy intentando decir: que lo técnico es muy importante porque, caray, estás estudiando ingeniería. Sé muy buen ingeniero, necesitamos muchos más, pero no te obsesiones con la ingeniería.

No te obsesiones con la ingeniería.

Obsesiónate con ser un buen profesional.

Un pro abraza muchas áreas para coleccionarlas como bloques de Lego. Luego los usa para construir su ascenso a niveles de mayor impacto.

Aquí va un comentario que podría sonar clasista si no fuera porque estuve en ese grupo al que voy a criticar: este asunto de obsesionarnos con la parte técnica lo veo mucho más implantado en los jóvenes de ingeniería de las universidades públicas que en las instituciones privadas.

Cuando el Tec de Monterrey y otras en esa liga me invitaron a platicar con sus estudiantes, quedé sorprendido al enterarme que tomaban clases para negociar sus salarios, hablar en público, vestir adecuadamente, organizar eventos y cosas así. Yo que estudié siempre en escuelas de gobierno vi la enorme distancia entre lo que un lado de la moneda te dice que importa y lo que en el otro realmente se enfocan.

Sí, estos chicos de ingeniería mecatrónica, electrónica, sistema y demás de las universidades privadas también hacían proyectos con Raspberry Pi, programaban con C++ y construían robots para competencias. No dejaban lo técnico a un lado, pero no estaban obsesionados con ello. Todos estaban involucrados en actividades adicionales como clases de magia, violín, canto. Nadan. Juegan basquetbol. Están en equipos de fútbol. Todo esto como parte natural de su día a día. Recuerdo a unos que me estaban entrevistando en su campus y que en uno de los breaks aprovechaban para hacer movimientos de acciones que tenían en la Bolsa.

El refugio psicológico que nos da saber que somos muy buenos en lo técnico es uno que nos protege durante cierto tiempo de las demás desventajas con las que la mayoría de los chicos en universidades públicas crecemos en la pobreza. Lee bien este párrafo de nuevo. Con calma.

Ese refugio es uno que tenemos que abandonar o nos marchitaremos en él. Si ya estás en una corporación y solamente quieres cursos, libros y eventos de cuestiones técnicas, no estás jugando bien el juego. Sí, mantente actualizado, pero agrega oratoria, relaciones públicas, redacción, diseño, liderazgo y otras habilidades en este estilo a tu sistema operativo personal. Aprende bastante de administración, finanzas, calidad, negociaciones de alto nivel y así.

El profesional que únicamente es bastante técnico tiene siempre un tope rápido en la jerarquía de cualquier organización. Muchos no entienden esto y ven a sus compañeros menos aptos en lo técnico ascender y se burlan de ellos, pero esos tipos saben tomar el teléfono y solucionar cosas que el ingeniero promedio detesta considerar como parte de su trabajo.

Para ir ascendiendo en el juego corporativo, debes aprender a vestirte, a hablar, a negociar, a conectar, a mandar las señales de que sabes las reglas de los niveles superiores.

Todo esto expliqué a los jóvenes que se quedaron a mi conferencia.

Tal vez sí era un poco de dolor emocional el que desahogué en contra de los chicos que se fueron, pero honestamente así es como veo las cosas.

Hoy están en un evento multidisciplinario con expertos en marketing, ventas, negocios y demás y se refugian psicológicamente en meterse a las pláticas que lidian con las mismas cosas que ven a diario en sus salones. No. Hay que explotar la curiosidad. Hay que meternos a cosas que nos dan más oportunidades.

La diferencia entre las buenas universidades públicas y las buenas universidades privadas en México no es otra que la mentalidad con la que te desarrollas ahí. Un amigo político encumbrado me comentó que platicó con otros sobre su hijo que estaba a punto de entrar a la universidad. Le dijeron que si quería que fuera un excelente ingeniero, debía entrar a la UNAM, que ahí estaba garantizada la calidad de su enseñanza. Pero que si quería ponerlo al frente del negocio familiar, necesitaba enviarlo a [inserta nombre de una institución con precios altos].

Te aviso que así piensan todas las personas de dinero que conozco. Esto fue un shock hace años cuando me topé con esta mentalidad por primera vez.

Y nos podemos ofender o podemos entender.

Sí, muchos no pueden acceder a educación privada, como fue mi caso. Pero todos podemos leer y ser curiosos en los eventos a los que asistimos. Mucho de lo que sé hacer hoy comenzó porque tomé la Harvard Business Review y tomé notas de los términos y tendencias que explicaban. Luego fui viendo estas cosas en el mundo corporativo. Y más adelante mis nuevos amigos en negocios confirmaron que así era como se hablaba y actuaba en sus niveles.

No te salgas de la conferencia rara.

No te obsesiones con la ingeniería.

Obsesiónate con ser un profesional integral.

Haz ejercicio. Deja de hablar como todos los demás con tonterías de “no tengo tiempo”.

Sé curioso.

Lee.

Aprende inglés como los dioses.

Ve a eventos.

Y juega bien el juego.

Ecuanimidad. Enfoque.

Largo plazo.

Sé audaz. Y selo ahora.

—A.