Nadie me explicó las reglas del juego.

Del juego llamado avance empresarial.

Recuerdo a Álvaro, Jesús y Héctor en la primaria. Los cuatro éramos inseparables. Jugábamos y nos reuníamos dentro y fuera de la escuela todo el tiempo. Teníamos amigos periféricos, ya sabes, aquellos que nos agradaban pero que no eran realmente parte de nuestro círculo interno. Cuando un maestro nos asignaba un proyecto en equipo, nuestra reacción natural era voltear a buscarnos con la mirada en el salón de clases para asegurarnos que —como siempre— íbamos a hacer las cosas juntos.

Bien. Aquí va la primera nota que me tomó años internalizar en el camino del desarrollo de negocios: todo es un club, todo es una organización, todo es una cofradía. Llámalo como quieras. Cuando estás fuera de algo, estás realmente fuera de algo. Y cuando estás dentro, man, you’re really in.

La importancia de vivir en la ciudad adecuada, acudir a la escuela adecuada, hacer los amigos adecuados y tener un empleo adecuado es invaluable. Yo no entendía esto porque crecí con esa romántica y débil idea de que lo importante es estudiar mucho, ser “inteligente” y luego trabajar duro para conseguir cosas en la vida.

“Mi trabajo es dejarles recursos y relaciones a tus hermanos y a ti”, expliqué hace unos días a mi hijo mayor. Esto lo he decidido así porque a mí me tocó comenzar desde cero sin R&R y es horrible. Es un camino bastante frustrante y cansado si eres ambicioso y quieres construir cosas de gran nivel. No me quejo (mucho) porque hay quienes comienzan no desde cero, sino desde niveles todavía mucho más abajo.

Sin embargo, hay personas que —como te decía— estuvieron en la ciudad adecuada, estudiaron en las escuelas adecuadas, hicieron las amistades adecuadas, se especializaron en el área adecuada en la universidad y trabajaron en los lugares adecuados. Ellos comienzan de manera predeterminada en niveles muy superiores al cero. Y qué bien. Honestamente, todos queremos dar oportunidades en este estilo a nuestros hijos.

Lo que te quiero informar es que en esto del avance empresarial, lo que sea que quieras ejecutar va a ser lento y desgastante si no eres parte del club, si no te conocen, si no tienes pedigree, si nadie sabe que existes. Cuando no queremos aceptar esto, cuando ni siquiera lo consideramos, vivimos con la idea simplona vista en alguna película o serie de televisión donde un gran producto, un gran servicio, un gran diseño, un gran plan de negocios nos va a abrir mágicamente la puerta con otros empresarios para convertirnos en sus iguales, hacer tratos con ellos y demás. Puede ser, sí, pero no es la norma, no es el comportamiento estándar. De hecho, es rarísimo, por decir lo menos. Lo que los hombres de negocios hacen es lo que tú y yo hacíamos con nuestro grupito de mejores amigos en la escuela primaria: voltear a vernos todo el tiempo y querer hacer las cosas con ellos nada más, con quienes conocemos, con aquellos con quienes nos sentimos cómodos.

El resumen de esta nota es que seas totalmente consciente cuando estás fuera del círculo, cuando no eres parte del club y que actúes en consecuencia. Esto no es para darnos latigazos emocionales y llorar culpando a la teoría de la conspiración pensando que los malditos cerdos capitalistas no nos dejan crecer porque no somos parte de su hermandad. Es entender que nos corresponde comenzar desde cero y tenemos que hacer cosas que otros tienen resueltas desde la cuna por la simple razón de que sus papás, sus maestros, sus amigos les entregan en bandeja de plata los hacks que necesitan para moverse con rapidez y precisión. Gente externa como tú y como yo tenemos que descubrir esos hacks por nuestra cuenta.


¿Cómo ser parte del club?

Esto no es diferente a cualquier relación: tienes que seducir. Nadie te va a dar un ticket de acceso directo a la hermandad. Tienes que demostrar resultados con tu ejecución implacable. Las empresas, productos, servicios que con éxito puedas colocar en el mercado y que sean visibles, todo eso es lo que vas a cargar contigo de manera intangible. Estos activos invisibles —lo que has vendido y posicionado con dureza a muchos clientes durante un largo periodo sostenido— son tu ticket de pre-ingreso. Ese pre-ingreso luce como invitaciones, conversaciones, oportunidades. Tu ticket de entrada no es un plan o una publicación en LinkedIn. Tú quieres que ellos te llamen. Primero serás una curiosidad y digamos que tendrás un pie en la puerta del club. Si mantienes tu ritmo de ejecución, aprendes sus reglas, su idioma, su comportamiento e imitas bien todo eso, te convertirás en parte del firmamento.

Piensa que estás flaco, que no tienes músculos bien desarrollados. Y compras tu membresía en un gimnasio genial. Llega tu primer día y te presentas. No conoces la etiqueta. Lo que tienes que hacer es observar y copiar lo que el tipo más fuerte hace. El error que mucha gente comete es que acuden al ejercicio con su mejor amigo para darse confianza entre ellos o se hacen amigos de la otra persona en el gym que tampoco es experta en fitness, porque así se sienten cómodos al compartir el mismo piso de desventaja e ignorancia. No hagas eso. Tú analiza al tipo más duro, más decidido, ese que inspira respeto y suda experiencia, el que se nota que sabe perfectamente lo que está haciendo, el que se encuentra en su hábitat natural. Domina la incomodidad y —te repito— copia lo que usa, lo que hace, lo que no hace. Salúdalo. Haz plática casual. Aviéntale preguntas con admiración. Conecta. También cometemos este error en nuestros trabajos al hacernos inmediatamente amigos de colegas en el mismo nivel salarial que nosotros. ¡No! Sé cordial, sí, pero enfócate en pensar y actuar como aquellos que están muy por encima de ti, no en ser el chico buena onda al que todos quieren.

Ser el chico buena onda al que todos quieren significa que no representas amenaza, progreso, innovación, cambio. No aportas nada. No lo veas como algo positivo, al contrario, entiende que es un sentimiento bastante engañoso: cuando luces superior, cuando tienes habilidades increíbles, cuando eres competencia, automáticamente generas desagrado en muchas personas. Es normal. No te estoy invitando a que seas insoportable por el gusto de serlo ni a que te conviertas en una mala persona. Te quiero abrir los ojos al hecho de que ser el chico buena onda es una característica negativa que no deseo que cultives en ti.

Todo esto aplica en lo empresarial. Deja de hacerle caso a tus amigos que te llenan de “consejos” en el bar cada fin de semana. Abandona esas reuniones tan frecuentes que te hacen sentir bien porque te admiran. No seas el tuerto en tierra de ciegos. No tengas fervor religioso hacia lo que te dicen los influencers que sólo saben compartir fotos donde lucen cool en su oficina pero no han realmente recorrido el camino. Observa y emula a quienes realmente te conviene.


Te explico todo esto con amor, con cariño.

Siempre que redacto pienso en el Aarón Benítez de veinte años necio, egocéntrico, desenfocado, resentido y dramático que era y que podría haberse beneficiado en grande al leer líneas como éstas para optimizar sus resultados personales, profesionales y empresariales.

Tengo amigos de muy alto perfil en internet. Y todo el tiempo estamos en contacto. Ideamos nuevos proyectos. Nos invitamos a oportunidades. Generamos productos juntos. Todo el tiempo. Es un club. Es una organización. Es una cofradía. Es una hermandad. No tiene nombre. No tiene una denominación específica. No buscamos nuevos miembros. Llevamos años haciendo cosas y hemos generado una amplia confianza en el criterio y ejecución de cada uno. No es que seamos un grupo de malas personas que cerramos el paso a alguien, simplemente nos comportamos de la manera natural en que los seres humanos venimos cableados: formamos una tribu de iguales. Si quieres estar en una liga de ejecutores pero usas tu tiempo solamente para hablar de los proyectos que un día vas a emprender, bueno, te estás entrenando para permanecer en la liga de los que sólo hablan de sus proyectos, no en la de los que ejecutan. Cuando ejecutes, demuestres resultados y sepas sostenerlos, tu nueva tribu comenzará a formarse a tu alrededor de manera natural.

Tenemos contactos en VERSE Technology que nos invitan a diferentes propuestas, a movernos con nuevos clientes. Son empresarios que han hecho negocios con nosotros en otros instantes y que conocen la capacidad de ejecución de nuestra empresa. Se sienten cómodos porque entregamos lo que decimos que vamos a entregar con nuestro software y hardware y porque seguimos vigentes en el mercado. Es un club. Y si sigues terco en no apreciar esto, puedes tener un gran prototipo de alta tecnología y vivir engañado como yo y mis socios durante mucho tiempo pensando que la superioridad tecnológica es suficiente cuando la clave está en acceder a la membresía adecuada para que te impulse.

El éxito engendra siempre más éxito porque no sale de su círculo. Tú te tienes que meter a ese círculo. Y tienes que masticar, comer, pensar, devorar, consumir y respirar esto a diario para moverte agresivamente hacia ese punto. De lo contrario —lamentablemente— lejos de quedarte en una posición neutra, te estás entrenando en ir hacia el extremo opuesto.

Ecuanimidad. Enfoque. Largo plazo.

Sé audaz. Y selo ahora.

—A.