Hace diez años pagué mi participación en un evento de tecnología financiera. Me bañé, viajé, llegué, me registré y entré a las pláticas que me interesaban. De repente, en una de ellas, escuché a Divya Narendra hablar de su más reciente empresa.

Divya Narendra es uno de los tres fundadores de Harvard Connection, la empresa/sitio web que contrató a Mark Zuckerberg —ahora Fundador, CEO y master-ninja-sensei de Facebook— para ser su programador. La historia —el drama— entre Mark y Divya es la base de «The Social Network», una película ligeramente basada en lo que ocurrió en aquella época.

Divya terminó su plática y quedó abandonado en una esquina del salón. Yo volteé a todos lados sorprendido de que no tuviera una audiencia acosándolo con más preguntas después de su plática. No lo pensé mucho y me levanté de mi asiento al tiempo que el siguiente expositor subía al escenario.

Saludé a Divya. Me saludó. Hice un poco de small talk. Divya, tú y yo lo sabemos: uno va a estos eventos a hablar y a que te hablen, a saludar y a que te saluden, a conocer y a que te conozcan.

Divya presentó en su conferencia una plataforma para hacer inversiones en línea bajo la guía experta de asesores que podían —o no— cobrar por ayudarte a diversificar tu portafolio. Le hice varias preguntas que respondió amablemente.

Después de un tiempo razonable de mostrar interés por su proyecto actual le pedí permiso para hacer una pregunta más personal.

Una pregunta sobre Harvard Connection.

Imagina cuántas veces le preguntaron a Michael Jackson cómo demonios hacía el moonwalk. O por qué demonios se cambió el color de piel. Imagina el hartazgo de Michael Jackson ante las mismas preguntas todo el tiempo.

Algo así le ha de pasar a Divya, quien ahora es famoso entre el circulo de nerds que nos gusta seguir todo esto de startups. Preguntarle sobre Harvard Connection era preguntarle sobre Mark Zuckerberg y eso equivalía a preguntarle sobre Facebook, empresa con la que él y sus demás socios estuvieron en litigio durante un buen tiempo.

Divya —amable, nuevamente— me dijo que claro, adelante.

«What happened?», le pregunté con mi inglés cargado de acento mexicano. «Why didn’t you guys sign a contract with Mark?». Su respuesta fue perfecta en la simpleza, honestidad y detalle: «I was twenty-one», me dijo. «Nobody knew how big this thing was going to be. Nobody knew! And by the way, Zuckerberg didn’t know either!»


Vivo en una bonita ciudad con playa. Hay palmeras borrachas, un par de edificios grandes y centros comerciales modernos, ¿pero sabes cuándo habría conocido y platicado con alguien como Divya si yo fuera el tipo de persona que jamás sale de aquí? Nunca.

Si yo espero a que los eventos que me convienen vengan aquí, si yo espero a que las personas que quiero conocer vengan aquí, si yo espero que las respuestas a las preguntas que quiero hacer sobre ciertos temas vengan aquí, voy a esperar toda la vida.

Hay que moverse.

Hay que salir.

¿Estás esperando que tu cantante favorita vaya a dar un concierto a la vuelta de tu casa? ¿Estás esperando que cierto evento se organice en tu colonia?

No esperes. Invierte en ti. Invierte en tus experiencias, en tu conocimiento, en tu networking.

Me suelen preguntar cuándo voy a organizar mis eventos en tal ciudad y en tal fecha de preferencia. Agradezco mucho el interés, pero el tipo de personas que busco atraer a lo que organizo no se quedan quietas, no se limitan ante el hecho de viajar unas horas para conocer otras ideas, caras y situaciones.

En serio. No es tan costoso.

Es más costoso quedarse esperando toda la vida a que las cosas nos sucedan.

Sal de tu ciudad. Ve a cosas. Invierte en participar en cursos y seminarios, en conferencias y congresos.

¿Cuál es tu retorno sobre inversión en un evento? Es el mismo que puedes extraer de un buen libro o de una excelente plática: si encuentras tan sólo 1 IDEA que impulse tu emprendimiento y/o tu vida, la inversión que hiciste regresa multiplicada por una enorme cantidad de bendiciones.

Una buena idea que ingresa de forma correcta a tu sistema personal te inspira y te devuelve más que potencial, te devuelve cosas concretas: más recursos, más capacidad, más visión.

Nos vemos en alguno de esos eventos.

Sin pena.

Cero dramas.

Enfoque. Ecuanimidad.

Recuerda que la gloria está en el largo plazo.

Sé audaz. Y selo ahora.

—A.

P.D. 1: Prohibido hablarme de «usted» en cualquier situación. Acércate siempre con confianza a la gente. «Usted» no es sinónimo automático de respeto, es señal de otras eras y entornos. No es que esté mal, pero en negocios modernos la convención es dirigirnos los unos a los otros por nuestro primer nombre. Caray, en inglés —el idioma empresarial más importante— eso de «usted» ni siquiera existe.

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